sábado, 1 de octubre de 2011

Letra idiota



Me voy a hacer sombra para congelar tus colores muertos
¿porqué llamas al desamor? dice la voz cruenta.
Es que yo soy un espejismo y sólo a ti te tengo, respondo.
Voy a perder el alma y mi sexo aberrante se pudrirá de negrura,
es que así estoy vivo, y así pierdo la calma,
pues me hace sentir como en una penalidad.
Lo único que me queda son las sombras de los árboles,
escurridizos, latentes, jactanciosos,
ellos sólo me hablan, y mi mente que peregrina como estrella
y como astro del olvido,
provoca en mí las mas grandes frustraciones.

¡¡Pensé que me engañabas!!! ¡¡pensé que me mentías!!
Ahora si lo haces, todo sera culpa mía.
¡¡Oh dioses de la entraña pálida!!! Son temblores en mi corazón.
Soy el niño mas niña,
pues soy violento pero también sádico,
dulce y como maquina destructora.
El crepúsculo no existe,
se ha apartado de mis ojos petrificados
y las manos muertas se han forjado en cuerpo sucio;
en jadeantes martirios de inestable armonía. 

¡¡Oh señorita agonía que bellas te ves hoy!!
Despertaste, vomitaste y te dormiste,
como culpa por el martirio de la niña,
como pena por no tenerte hoy.
como espíritu maligno que absorbe la carne,
como desgracia opulenta que toca mi puerta cada mañana,
como aquel ángel de la muerte;
 que visitó y asesino al niño incircunciso. 

¡¡Tu no sabes qué ha pasado por mi mente señorita de cristal!!
Quizás, debería haberme pegado un tiro cuando vi tu cuerpo ya lejos,
desmayado, acongojado, joven;
casi virginal, con tus pétalos abiertos,
cuando yo era un niño, cuando yo era un soñador,
cuando yo tenía ganas de ser el joven loco.
Los miedos adolecen, pues soy un púber
con nostalgia, con pesadillas, con melancolía,
con ilusiones de bellas sonrisas y manos tibias,
que recorren y aprietan a mi espíritu agobiado.

¡¡Pero no!! ...
sólo encontré la desesperación y mi cráneo vuelto rojizo.
Mi exoesqueleto muestra la lengua de un beso con cólera,
sintiendo la soledad de un mundo presentado como vacio y casi calmo,
en la luz de los ojos infantes.
en la alquimia demoledora de mis venas;
me volví como yugo en la masacre del fuego y en el carbón asfixiante.

¡¡Oh mundillo infame, rápido, loco, maloliente, lleno de miedos!
¿para que sentir, sino vivo en alegres praderas?
si mis miembros laten como pecado no redimido,
¿para que vivir si la locura al final, será mi profecía?
Oh, Dios ha hablado por mí esta noche,
y su espíritu sepulturero ha cavado la tumba de mis placeres;
pues soy como ladrido de noche, como grito en el ocaso,
como alborea ploma, como reloj que cuenta sus minutos para estallar,
para ser el peor de los regalos de una naturaleza imperfecta,
de un nervio que explota entre las salivas de mi garganta ,
de mis paredes de odio y de tu marchito amor desganado,
pues me dejarás en mis habitaciones amalgamadas, solito.
Malvada mujer que no haces cicatrizar mis heridas de litio.

Erick Rodríguez